No tenemos por que estar siempre de acuerdo con lo que publicamos pero creemos deber ofrecer otros puntos de vistas. Lo que ayer hubiera podido ser para nosotros dogma de fe se vera hoy, quizás, borrado por echos supuestamente históricos que hubieran sido ocultado por la malintencionada escritura de la Historia, siempre del lado de los vencedores. Las verdades estarán mañana criticadas. Solo los imbéciles no cambian de opinión. ¿El Apocalipsis en griego no es el desvelamiento de la verdad? Y ya ves como van los ciudadanos de a pie de Grecia….
¿Debemos dejar de sostener al «primer mundo»?…nuestro mundo que se cae a trozos… ¿O debemos entrar en la 3era Guerra Mundial empezando con Irán para seguir dominando el mundo robando a las entrañas de la Tierra la energía fósil que esta misma tardo millones de años en procesar? Hace décadas que sostengo que la única solución revolucionaria es dejar de consumir. Volver a los básicos. Somos la generación nº 500000 desde que el hombre se asemeja al hombre y no hemos llegado a la Humanidad pero durante estos últimos 30 años estamos logrando acabar con la Vida. Con lo nuclear, civil (Chernobil y Fukushima mucho más grave de lo que nos cuentan) o militar (obuses de perforación con uranio en todas los conflictos desde Serbia, Kosovo etc.). Con la agricultura intensiva que contamina las aguas, el aire y desertiza los suelos. Con la agricultura que reduce la biodiversidad con los híbridos y los OGM pero tambien con los animales de granjas clonados que los carnívoros ya encontramos en nuestros platos. Con la geoingeneria que pretende modificar el clima pintando las nubes, sembrando los océanos de partículas químicas, o dibujando las extrañas lineas de los chemtrails en los cielos. Todo, absolutamente todo lo que toca el Capitalismo lo pervierte y lo enferma hasta la muerte. Incluso la agricultura bio que el Capitalismo empieza a desvirtuar (Agricultura Bio intensiva que no tiene ni sabor ni prana pero doble precio)
Es hora, pues, de reflexionar rápidamente y de pensar volver a lo básico: necesitamos un techo, algo de calefacción en invierno, las ropas que llevamos, un agua pura para mantener las células de nuestro cuerpo funcionando y prana. De momento prana bajo forma de vegetales porque incluso la carne animal sobra en la dieta del sobreviviente. Y de esto se trata, solo esto: sobrevivir humildemente para llegar a tiempo a la cita para encarnar la Humanidad.
Hemos copiado pegado el siguiente articulo de Decrecimiento.
http://www.decrecimiento.info/2012/03/dejemos-de-sostener-al-primer-mundo.html
Ricardo NatalichioSin ser conscientes de ello, estamos sosteniendo un sistema que nos es totalmente perjudicial, no sólo económicamente, sino ambiental y socialmente. Durante los últimos años, los países más industrializados que alguna vez decidieron autodenominarse primer mundo, se vienen tambaleando de crisis en crisis. Con gran parte de sus ecosistemas artificializados, amoldados y reducidos a su mínima expresión, y niveles de consumo exacerbados por donde se los mire, su balanza ambiental interna lleva décadas inclinada hacia el lado negativo. Sin embargo, el “subdesarrollo” del tercer mundo ha servido de colchón amortiguador de ese comportamiento durante un largo período. Absorbiendo las emisiones con sus inmensas superficies boscosas aun en pie, soportando la contaminación de sus fábricas en ríos y lagos. Proveyendo de materias primas a costa del agua dulce y los nutrientes de sus ricos suelos a su industria. En fin, con las venas abiertas de innumerables formas. Las crisis financieras han ido modificando el mapa para las trasnacionales y en los últimos años ha aumentado considerablemente el porcentaje de ganancias que obtienen de sus filiales en los países del hemisferio sur. Bancos, telefónicas, celulares, laboratorios, e infinidad de rubros han reportado en el 2011 importantes alzas de sus ingresos provenientes de Latinoamérica, cuando se han disminuido de forma notable en sus propias regiones. Sin ser conscientes de ello, estamos sosteniendo un sistema que nos es totalmente perjudicial, no sólo económicamente, sino ambiental y socialmente. Millones de hectáreas de buena tierra sin producir alimentos, sino combustibles para el norte y piensos para su ganado, siendo erosionadas hasta la desertización y fumigadas hasta la esterilización y quitando el sustento a los campesinos de la región, son un claro ejemplo de este modelo fatídico. Pero llega el tiempo en el que podemos hacer oír nuestra voz e intentar imponer un cambio de rumbo. Las multinacionales nos necesitan más que nunca y mucho más de lo que nosotros las necesitamos a ellas. Porque podemos vivir sin sus productos, pero ellas no sobrevivirían sin nuestros recursos naturales, nuestro dinero, nuestro consumo y nuestro consentimiento. Las tres crisis, económica, ecológica y social por las que atraviesa la humanidad nos muestran que es un momento en la historia del hombre moderno, en el que un importante cambio es urgente, necesario y posible. Se acerca el fin de la era de petróleo, de los combustibles fósiles y eso está obligando a una reformulación de toda la sociedad humana, que durante siglos ha basado en ellos el concepto de progreso. Una nueva concepción de todo lo conocido es imperiosa. Hay que definir nuevas pautas de convivencia entre los seres humanos y con la naturaleza, nuevos paradigmas de desarrollo. Las leyes de la vida, de la naturaleza, las que han existido durante millones de años, comienzan a prevalecer sobre las ficticias e impuestas leyes del mercado. El agua es inmensamente más valiosa que el oro y cualquier otro metal, porque es necesaria para la existencia de la vida. Así como producir alimentos es más valioso para la humanidad, que combustibles. ¿Debemos volver a la Edad de Piedra? Hoy hay en el mundo más de 2.000 millones de personas intentando sobrevivir en condiciones mucho peores que las de esa época, en la que hubiesen podido alimentarse de la caza y de la pesca y beber agua de un río o de un lago, sin enfermar a causa de la contaminación generada por empresas que producen bienes o extraen materias primas, que ellos jamás llegarán a ver en sus vidas. La cuestión no es volver o no a la edad de piedra, sino evitar la extinción de la vida como la conocemos, por mantener el estilo de vida del 10 ó 20% de la población mundial. La cuestión es iniciar ese cambio, empezando por nosotros mismos y siguiendo por el cambio del sistema en que vivimos. Fuente: Editorial Ambiente y Sociedad N° 508 |