Costa Blanca, Clotilde, Las Vegas Madrid y la pasta con tomate frito…

 

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Compran gasolineras al sur de la Costa Blanca, pero se dedican también a la comercialización de lubricante, de aceite, de bebidas y alimentos, compran y venden inmuebles, alquilan, reparan, son hosteleros y restauradores…

No sabemos cómo han conseguido tantas pelas, pero las tienen y queremos sacarlas de sus bolsillos. ¿Son generosos o les gusta practicar la ostentación? Son magníficos cuando reparten propinas…pero su forma de ser huelle a mafiosos. Conocemos rusos honrados e íntegros, pero estos no conducen cochazos ni van por la vida como si fuesen reyes del mambo.

Estos días se reúnen estos inversores eslavos en la Costablanca Russian Meeting Point . “En la Costa Blanca porque es allí donde se dirige el 80 % del turismo ruso que visita España y es allí donde el 75 % adquiere su vivienda en España, lo que posiciona a la provincia de Alicante en uno de los lugares destacados de destino para los ciudadanos de Rusia, frente a otros españoles. La organización señala además que el encuentro, prácticamente sin publicitar, y dado que no admite visitantes, ha despertado en los últimos días un gran interés entre empresas de Alicante y Murcia, que han solicitado estar como expositores.”

No sé. A mí me produce un poco de yuyu imaginar que por un lado el Gobierno español quiere facilitar la residencia  automática a los compradores forasteros que se gastarán más de 160000 euros en un  vivienda y por otra parte la otra noticia conocida hoy de la operación Clotilde donde la Guardia civil golpea a la mafia rusa en la Costa Brava…

No hay mejor sitio para blanquear dinero que en la costa llamada blanca…no hay mejor país donde blanquear que España donde nuestros representantes políticos y los ciudadanos que lo consienten por activa y por pasiva dejamos mucho que desear a nivel de integridad.

Cogidos entre los “empresarios” norte americanos que logran desmontar las leyes  para montar su  enorme chiringuito de Las Vegas Madrid y los “empresarios” rusos que vienen a diversificar sus inversiones, me temo que los Pueblos ibéricos podrían ser definitivamente heridos de muerte por estos últimos golpes bajos de la Globalización.

Sin embargo hoy en día, la crisis ni dura lo bastante, ni sus 6 millones de parados son suficientes para que logren obligarnos a prostituir nuestras hijas e hijos en sus tugurios. Los más diplomados se largan como en los viejos tiempos. Pero algún día, nos veremos obligados a seguir los pasos de Grecia donde todo, absolutamente todo se vende para conseguir pasta. La de comer. Si Dios existe: que nos pilla confesados. O que vengan las Triadas Chinas a rescatarnos…

http://www.lasprovincias.es/rc/20130125/mas-actualidad/sociedad/operacion-contra-mafia-ayuntamiento-201301251033.html

http://www.laverdad.es/alicante/v/20121116/torrevieja/cita-inversores-rusos-enero-20121116.html

http://www.elconfidencial.com/espana/2013/01/25/la-policia-irrumpe-en-el-ayuntamiento-de-lloret-de-mar-en-una-operacion-contra-la-mafia-rusa-113582/

Rúben Dario también solicitaría el indulto a los 2 Pinos de la N332 en Altea.

El mejor experto perito de todos, el Viento, acaba de sentenciar que los 2 Pinos de la N332 han pasado con exito y sobresaliente la prueba de solidez que duro 1 semana entera en condiciones extremadamente dificiles con rachas de 10 hasta 11 (89 hasta 117 Kms / hora).En consecuencia, estos 2 señores Pinos merecen el indulto por parte de sus verdugos. Seguro que Miguel Angel Capilla revocará su autorización dada al dueño del parking de cortar estos 2 Pinos.

más en : https://alteatequieroverde.wordpress.com/2013/01/25/es-que-en-altea-de-verdad-sobran-los-arboles-por-favor-acabemos-preventivamente-con-ellos/

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¿Por qué Rubén Darío habla a los pinos? Sin duda, el poeta les atribuye cualidades humanas, los personifica, como si hubiera establecido con ellos un intercambio sentimental. Sus versos expresan la respuesta a lo que le han sugerido estos árboles, no en vano parece que piensen y sientan, como atestigua la atención que han recibido de poetas y pájaros a lo largo del tiempo. 

Según el poeta, los pinos representan el paisaje mediterráneo, cuna de las culturas griega y latina; pues sus siluetas evocan gestos de estatuas y actores, y de sus troncos se hicieron mástiles de barcos, tablados de teatro y escaños para los parlamentos.

¡Oh, pinos, oh hermanos en tierra y ambiente,

yo os amo! Sois dulces, sois buenos, sois graves.

Diríase un árbol que piensa y que siente

mimado de auroras, poetas y aves.

 

Tocó vuestra frente la alada sandalia;

habéis sido mástil, proscenio, curul,

¡oh pinos solares, oh pinos de Italia,

bañados de gracia, de gloria, de azul!

 

Sombríos, sin oro del sol, taciturnos,

en medio de brumas glaciales y en

montañas de ensueños, ¡oh pinos nocturnos,

oh pinos del Norte, sois bellos también!

 

Con gestos de estatuas, de mimos, de actores,

tendiendo a la dulce caricia del mar,

oh pinos de Nápoles, rodeados de flores,

oh pinos divinos, no os puedo olvidar!

 

Cuando en mis errantes pasos peregrinos

la Isla Dorada me ha dado un rincón

do soñar mis sueños, encontré los pinos,

los pinos amados de mi corazón.

 

Amados por tristes, por blandos, por bellos.

Por su aroma, aroma de una inmensa flor,

por su aire de monjes, sus largos cabellos,

sus savias, ruïdos y nidos de amor.

 

¡Oh pinos antiguos que agitara el viento

de las epopeyas, amados del sol!

¡Oh líricos pinos del Renacimiento,

y de los jardines del suelo español! […]

Antonio Machado encuentra gracia en las ramas verdecidas de los 2 pinos de la N332.

Poema dedicado a los 2 pinos  de la N332 que resistieron a una semana de vientos a veces huracanados, en contra de la opinión del experto perito que aconsejo a Miguel Angel Capilla concejal de medio ambiente de Altea poner su firma para que sean eliminados. Estos dos pinos se merecen el indulto.

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Árbol, buen árbol, que tras la borrasca

te erguiste en desnudez y desaliento,

sobre una gran alfombra de hojarasca

que removía indiferente el viento…

Hoy he visto en tus ramas la primera

hoja verde, mojada de rocío,

como un regalo de la primavera,

buen árbol del estío.

Y en esa verde punta

que está brotando en ti de no sé dónde,

hay algo que en silencio me pregunta

o silenciosamente me responde.

Sí, buen árbol; ya he visto como truecas

el fango en flor, y sé lo que me dices;

ya sé que con tus propias hojas secas

se han nutrido de nuevo tus raíces.

Y así también un día,

este amor que murió calladamente,

renacerá de mi melancolía

en otro amor, igual y diferente.

No; tu augurio risueño,

tu instinto vegetal no se equivoca:

Soñaré en otra almohada el mismo sueño,

y daré el mismo beso en otra boca.

Y, en cordial semejanza,

buen árbol, quizá pronto te recuerde,

cuando brote en mi vida una esperanza

que se parezca un poco a tu hoja verde…

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Es que en Altea, de verdad, sobran los árboles. Por favor: ¡acabemos preventivamente con ellos!

«Los árboles son poemas que la Tierra escribe en el cielo. Los cortamos y los convertimos en papel, para poder dejar constancia de nuestro vacío». Kahlil Gibran

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El viernes pasado (hace una semana el 18 de enero 2013), en espera de la ciclogénesis explosiva que debía atormentar nuestra ciudad, una nota pegada al tablero de la comunidad de propietarios alertaba a los vecinos que sería conveniente aparcar los coches en otro lugar que en el parking del inmueble, por si acaso una ráfaga de viento arrancaba de cuajo una rama de los dos pinos próximos y pudiera caerse encima de un vehículo, o peor, en la cabeza de un viandante. La advertencia terminaba con una nota de esperanza: que los vecinos no se preocupasen más, porque el dueño de los árboles tiene por fin la autorización de la autoridad municipal competente (el concejal de medio ambiente Miguel Angel  Capilla asesorado por un perito) para poder erradicar definitivamente la espantosa contrariedad: avisarán cuando acudan los leñadores à convertir los árboles en leña. 

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Es cierto que hace un par de años, durante la tormenta  que se cebó sobre Altea y fue tan celebrada por los leñeros, había quebrado una rama maestra del tercero de esta familia de pináceas. No obstante la ocasión fue buena para, en lugar de curarlo, cortarlo y trocearlo.

A todos les gusta la medida preventiva decidida por el dueño de los árboles, confirmada por la autoridad municipal concernida y ratificada por activa o por pasiva por los vecinos de la zona. Algunos de estos vecinos ignoran esta decisión porque son forasteros y no entienden bastante el castellano para deducir nada de la nota pegada en el tablero de anuncios. A otros la noticia se la refanfinfla. Pero los demás están tan felices porque su coche sí que les importa o también porque (aunque les importa un poquitín los árboles y les gusta ir de verdes como predica la moda) tienen planes de futuro para esta zona colindante y no quieren contrariar la decisión del dueño de los árboles por si acaso luego este les deniega algún favor… Así va la vida.

¿Además que importan dos árboles tan altos como 5 pisos? ¿Por qué deberíamos empatizar con estos seres vegetales? Porque nos regalan sus sombras en verano? Nos compraremos sombreros de paja… Los mirlos y otros parajitos hacen sus nidos y nos maravillan con sus trinos antes del amanecer? Sí. Pero también enmierdan las lunas de nuestras carrozas.  ¿Los aceites esenciales exhalados por las agujas de los pinos matan a los bichos microscópicos que nos joden la salud? Qué más da, en la farmacia de Cap Negret venden Vicks Vaporub y un montón de potingues buenos y baratos. Además en primavera el polen lo amarillea todo tanto que tenemos que gastarnos una pasta en limpiar los coches, sin contar con la alergia  que algunos de nosotros desarrollamos de manera impresionante. Y las bolas nidos de procesionaria que son muy urticantes y muy feas…

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Que nos importa la presencia de dos troncos tan hermosos  que uno solo no puede ni rodearlo con sus brazos (abrazar de: besar…) a un lado de la carretera nacional 332: ¿qué importa? ¿Acaso echamos de menos los cientos de palmeras que se han ido y siguen desapareciendo en Altea por culpa del bicho picudo? ¿Acaso nos molestan los miles de árboles que se secan en la huerta alteana porque el agricultor pierde dinero al querer trabajar? ¿Porque nos deberían  preocupar dos troncos ? ¿Porque son seres vivos? A la porra con este sentimentalismo trasnochado. Si una autoridad municipal, impregnada de ecologismo desde que doña Punset y su cipalitos comparten el poder con el PP ha firmado con puño y letra la decisión del dueño de los árboles, no somos quienes para contestar nada. No nos olvidemos que en la lista electoral del Cipal, la numero 5 no era nadie más que la Presidenta de la Asociación de Defensa de los Animales de Altea. Quienes aman y defienden a los animales por supuesto deben amar a las plantas, a los árboles. Así que dejemos en manos de estos “expertos” la vida o la muerte de dos árboles, sigamos todos la máxima de G. Bush quien durante la sequía planetaria del 2003 preconizaba  la deforestación preventiva para erradicar los incendios de bosque.

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Seguro que cuando los valientes leñeros se habrán cepillado y bien cortado estos dos árboles las lunas de nuestros coches se quedarán por fin limpias.

Es que en Altea, de verdad, sobran los pinos. Por favor: ¡acabemos preventivamente con ellos! ¡Basta ya de recibir piñas! A por ellos.

 

Miguel Amorós: «La ideología del decrecimiento llega tras el fracaso de la ideología precedente, la ’alterglobalización’»

Interesante bofetada le echa a algunos, el señor Amorós. Mejor no hubieramos podido haberlo dicho…


 

Entrevista a Miquel Amorós en el Viejo Topo

—¿A qué atribuye usted el “boom” del discurso sobre el decrecimiento?

—Decir “boom” es excesivo. En parte obedece a un rasgo típico de la sociedad de masas como es la moda. Pero profundizando más diríamos que la ideología del decrecimiento llega tras el fracaso de la ideología precedente, la “alterglobalización” y a la falacia evidente de su fundamento económico, el “desarrollo sostenible”. El deterioro del planeta y la descomposición de la clase media ha sido tan contundente que los seudomovimientos apoyados en ella no pueden conformarse con una simple reconversión ecologista de la producción capitalista y reclaman la protección de la economía marginal gracias a la cual sobrevive el sector de la población excluido del mercado

.

—¿En qué medida la alterglobalización era un seudomovimiento de las clases medias? ¿Puede precisar este aspecto socioestructural también respecto al decrecimiento?

—Yo precisaría de las clases medias en descomposición. La alterglobalización fue la primera respuesta de algunos sectores perdedores ante la mundialización de la economía: la burocracia sindical y política, los intelectuales orgánicos, los estudiantes, los funcionarios, los profesionales, los cuadros medios, los pueblerinos ilustrados de las plataformas, etc. Una especie de lumpenburguesía, partidaria del retorno a las condiciones capitalistas de la postguerra mediante el refuerzo del Estado. Digo seudomovimiento porque jamás los alterglobalizadores quisieron moverse, a no ser contra las minorías que practicaban la violencia contra los edificios institucionales y las sedes empresariales o financieras. Como buenos ciudadanos que van a votar y respetan el statu quo solamente pretendían dialogar para convencer a los dirigentes políticos e industriales “del Norte” de las bondades de sus propuestas, muchas de las cuales podíamos leer en Le Monde Diplomatique. En los últimos diez años, los avances de la globalización han sido tan feroces, sus efectos sobre el territorio tan tremendos y el desclasamiento tan acentuado, que los restos de esos seudomovimientos se han visto obligados a asirse a ideologías más elaboradas como la del decrecimiento, pero las tácticas y las intenciones son las mismas. No por casualidad Le Monde Diplomatique se ha pasado a esa moda.

—¿Cree que a la diagnosis del cambio necesario que postula el decrecimiento le falta la radicalidad política que implica una conflictividad social y de clase?

—Ahora que hay decrecimiento, o recesión (en terminología capitalista), si nos atenemos a lo que dice el ideólogo más conspicuo en estas tierras, el profesor Martínez Alier, en realidad se trataría solamente de integrar el coste de la degradación ambiental en el precio final de las mercancías; ese sería el principal cambio, un régimen económico que él mismo bautiza como “keynesianismo verde”. Para esto no se necesitan radicalismos, ni mucho menos conflictos, sino buenas relaciones institucionales y sobre todo, un poderoso aparato estatal que aplique un “new deal” ecológista. Los decrecentistas son enemigos de la radicalización de las luchas antidesarrollistas y en defensa del territorio, cuando no ajenos a ellas, puesto que quieren ser recibidos en los despachos del poder. Sus “buenas” intenciones son esas.

—¿No piensa que desde el discurso decrecentista podría nutrirse una praxis capaz de enfrentarse seriamente al sistema productivo actual? ¿De dónde pueden surgir estímulos para esta necesaria radicalización de los debates y “luchas antidesarrollistas”?

—Yo señalaría las luchas en defensa del territorio como las que mayores posibilidades tienen de plantear la cuestión social en los términos más verídicos y actuales, es decir, como cuestión que engloba todos los aspectos de la vida, siendo el entorno lo central. Pero los conflictos territoriales provocados por el desarrollismo (por el crecimiento) han de dejar toda la basura de “la nueva cultura del territorio” y del “no en mi patio trasero” y aceptar de una vez por todas el hecho de que es imposible una fórmula que compatibilice la integridad territorial, la vida sin apremios mercantilistas y el capitalismo más o menos regulado por el Estado. Nada puede preservar el territorio y garantizar una vida libre si éste no escapa a la economía, si no sale del mercado. Si sus habitantes no acaban con el sistema capitalista. Toda la lucha antidesarrollista, la auténtica lucha de clases moderna, ha de afrontarse desde esa perspectiva.

Miguel Amorós es historiador y un analista social no académico. Entre otros libros, es autor de Durruti en el laberinto (Virus editorial)

Decrecimiento: Definición.

¡dejad sitio!

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La palabra decrecimiento proveniente del latín ‘decresco’; en alemán utilizan la palabra ‘wachastumsrücknahme’, en francés ‘decroissance’, en inglés ‘deworth’, en italiano ‘decrescita’, en portugués ‘decrescento’, en México ‘descrecimiento’.

A pesar de la falta de consenso sobre su significado tiene como definición la empleada por Vicente Honorant:

 “El decrecimiento es una gestión individual y colectiva basada en la reducción del consumo total de materias primas, energías y espacios naturales”

A partir de esta definición, esta palabra “sucia”, antipática, que no gusta, que es molesta, que genera una reacción, que no deja impasible al que la escucha, provoca un debate sobre el dogma del crecimiento, porque ataca la raíz de la mayoría de nuestros problemas; la búsqueda del crecimiento continuo.

Se trata de una palabra difícilmente reciclable por aquellos que buscan prolongar el modelo de sociedad que ya no queremos (contrariamente a «desarrollo sostenible»).

Una palabra que desafía nuestro mundo productivo-consumista de modo inequívoco, pero abre espacio para una discusión sobre cómo construir el nuevo mundo que buscamos. El decrecimiento deviene entonces el caballo de Troya de una «guerrilla epistemológica» (Serge Latouche) que deconstruye lo implícito en todos los discursos sociales, narcisistas, mediáticos, institucionales, militantes y políticos que predican el crecimiento ilimitado de la economía inventada.

La idea de decrecimiento nos invita a huir del totalitarismo economicista, desarrollista y progresista, pues muestra que el crecimiento económico no es una necesidad natural del hombre y la sociedad, salvo la sociedad de consumo que ha hecho una elección por el crecimiento económico y que lo ha adoptado como mito fundador.

Una palabra simple, con valor como lema, como consigna y como llamada a la unión para todos aquellos quienes se rehúsan a aceptar nuestro modelo actual de sociedad productiva-consumista. Más que un concepto, es como dice Serge Latouche un “eslogán político” para romper con la ideología del crecimiento o según José Manuel Naredo una “ocurrencia publicitaria provocadora”.

Aunque hubiera podido parecer al principio demasiado subversivo como para triunfar en la escena pública, la evidencia empírica nos lleva sin lugar a duda a otra conclusión: el decrecimiento es un “término obús” que tiene una capacidad fenomenal de convocatoria como lo prueba el éxito relámpago de los colectivos decrecentistas, y la afluencia numerosa a cualquier tipo de charla o conferencia que lleva decrecimiento en su título. Esta capacidad de convocatoria, cruzada con las ganas positivas de experimentar nuevas ideas, ha permitido crear un ambiente de trabajo propicio al encuentro de diferentes alternativas.

El decrecimiento, es pues, un movimiento que ya está en marcha.

Aunque en principio la palabra no ha sido ideada para ello, supone también una herramienta política en manos de los grupos que la adopten, para reflexionar sobre la realidad y también incidir sobre ella; La creación de un proyecto de acción política, un proyecto de noviolencia, voluntario, de emancipación ideológica y superación de la idea de progreso, que pone en valor los bienes comunes y relacionales, de los cuidados, de la cooperación, reciprocidad, mutualidad y multiculturalidad; asumiendo los límites biofísicos de la Tierra, disminuyendo los flujos de energía y materia utilizados en los procesos productivos y ciclos de consumo.

Una  construcción de formas de vida que tienen como sustrato el cuidado colectivo, una revolución civilizadora que reconozca que las personas somos seres vulnerables e interdependientes.

Esta transformación requiere de un proyecto de decrecimiento, un cambio de valores, una verdadera deconstrucción del pensamiento económico, poniendo en cuestión las nociones como crecimiento, desarrollo, progreso, pobreza, necesidades, ayuda… La economía como medio para la vida humana y no como fin.