
Los pueblos de Canarias, de Baleares y de Valencia rechazan la prospección de combustibles fósiles cerca de sus costas. No va con ellos. Pueden afirmar lo que quieran los responsables de las prospecciones: nunca se hacen tortillas sin romper huevos, y unas contaminaciones, aunque sean pequeñas, son inevitables. El turismo también contamina, y mucho.

Como es la primera industria de España y que da de comer a bastante gente, es una industria a la que no se le pone barreras. Afirmar, como lo hacemos en Alteatequieroverde, que el turismo es una industria que contamina gravemente el medio ambiente, comiéndose sus recursos en tierras arables, en agua, y petróleo, por ejemplo, es una herejía pasible de castigo, tal como acabar desterrado del pueblo y expulsado del territorio.
Para poder estar en contra de las prospecciones, lo pueblos costeros deberían ser ejemplo de sobriedad energética, antes de dar lecciones de ecologismo… me horripila constatar, bien entrada la primavera, con temperatura de 20 ºC, cómo, en el pueblo de Altea, pueblo abanderado del ecologismo valenciano (y una mierda: facha, cara, apariencia: pocas nueces y mucho blablá, ecologismo de cartón piedra…) se calienta con gas o luz eléctrica las terrazas (calles) de los bares para que los viciosos de la nicotina puedan seguir chupando sin resfriarse. O como los “deportistas” cabalgan a sus anchas las motos acuáticas, incluso donde las aguas se reservan para bañistas. Tras de sí no dejan solo unas olitas: unas buenas huellas ecológicas también.

Es evidente que en Alteatequieroverde estamos en contra de prospecciones cerca de las costas y alejadas también. Ya hemos visto lo que ocurre cuando fallan en el Golfo de Méjico.

Pero cuando veo y oigo la cantidad descomunal de aviones que sobrevuelan Altea para aterrizar en el Altet (aeropuerto de Alicante) me asusta. Cuando pienso en los millones de turistas que forzosamente vuelan hasta Canarias… me asusta la hipocresía, la ignorancia, la desfachatez, llámalo como quieras, de estos millones de lugareños y residentes expatriados, inmigrantes de lujo o no, quienes, armados todos de buena voluntad y buenas intenciones enverdecidas con una mano de barniz ecológico quieren prohibir la extracción de petróleo, cerca de sus costas. ¡¡¡Tengo vecinos que vuelan una vez al mes desde su pueblo nórdico para gozar de un fin de semana al sol!!! Pero supongo que están en contra de las prospecciones…
Que la mierda se produzca y esconda lejos, en África o en Arabia, pero no en mi paraíso turístico. Porque yo lo valgo.