Comelotodos biodinamicos en flor y con guisantes…en uno de los huertos que cuidamos.
Vivimos una época verdaderamente formidable. No solo nos espían las omnipresentes cámaras en todos los lugares públicos, las grandes empresas multinacionales y públicas norte americanas, inglesas, francesas o españolas del espionaje como Google, Facebook, NSA o CNI no tienen ningún pudor a la hora de escuchar nuestras conversaciones. Nuestros P.C vienen trufados de chips que les facilitan el trabajo. El último modelo de smart televisor Samsung está preparado para escuchar y trasmitir las conversaciones que tienen lugar en tu salón, incluso cuando el aparato está apagado. No hay mejor localizador para la policía que tu teléfono móvil que a cada paso delante de una antena repetidora deja huella de tu paso… cada vez que tengo un retortijón lo sabe la policía local, la gendarmería belga, Putin el gran Satán y el agente 007. Creía saberlo todo acerca del espionaje en la vida personal, privada, en el santo grial de la intimidad de las personas supuestamente garantizada por la ley de leyes. Me olvidado de “Somos Gos” “somos perros” de Altea….
Hace un par de meses encontré al lado de un huerto que cuido, unas cuantas personas rastreando como perros de caza las riberas del rio Algar. Estaba bien entrada la noche otoñal. La lechuza ya se había acomodado sobre la más alta rama del almendro muerto que dejo para las aves rapaces. Las golondrinas ya habían dejado definitivamente el paso a los murciélagos. Es que las golondrinas ya ni se mueven de estas tierras alicantinas. Pa que irse a tierras africanas ya que el alimento mosquito no falta nunca al lado del rio, incluso en pleno invierno. Si no hubiera oído las llamadas de esas personas hubiera vuelto a casa. Casiopea y Andrómeda ya alumbraban su parte de cielo. Estas personas, muy motivadas, estaban buscando a una perra perdida. Pero no me gustó ver como entraban libremente en los huertos privados sin vallar. No es porque no están vallados que cualquiera puede entrar, husmear y pisar las hortalizas sin más. ¿No?
Hace una semana pillé à un hombre joven husmeando en el huerto del vecino. Deduje su juventud por su manera de huir corriendo, cuando me vio, antes de subir precipitadamente en su pequeño coche gris oscuro….a ras de suelo corría el rastreador de dos patas. Por la tarde vi a mi vecino y le conté lo sucedido. Pero como no echaba nada de menos, el incidente se olvidó hasta ayer.
Ayer, a las dos y media, cuando nadie se queda en los huertos, es hora de comer, a la misma hora que vino el hombre joven hace unos días, dos mujeres de la asociación animalista «Somos Gos (Perros)» invadieron nuestros huertos sin ser invitadas, viniendo en “son de paz” según estas para averiguar el mal estado de la perra del vecino, mal estado constatado, según ellas, por el “explorador” anteriormente citado. Habían avisado a la policía local, siempre según estas, de su entrada en propiedad ajena. ¿Me tomaron por tonto o por completo gilipollas? ¿La policía local os iba a dar el visto bueno? ¿Quién os ha otorgado un derecho de pernada sobre nuestro derecho a la privacidad? Me contasteis que vuestro “explorador” se dedica a esto: rastrear animales maltratados o no cuidados: ¿es un profesional o un amateur? ¿Este entretenimiento, pasatiempo u afición, es legal? ¿Tiene placa? ¿Quién le ha dado permiso para entrar en propiedades ajenas? ¿Este explorador, este perro alemán animalista inquisitorio tiene ojo clínico? ¿Sabe diferenciar un perro muy viejo de un perro joven sucio, abandonado, enfermo a varios metros de distancia? ¿El noble fin que perseguís basta para justificar los medios que empleáis? ¿Se llama acoso vuestro medio?
Hemos visto evolucionar el movimiento animalista y de vez en cuando echamos un ojo en las páginas de los comentarios y Facebook de las dos asociaciones de Altea, sin contestar ni exponer nuestros puntos de vista, en plan voyeur. Es que conocemos a las presidentas de las dos asociaciones. No queríamos que estas también nos tacharan de antipáticos como han hecho otros grupos por ejercer la libertad de expresión, por discrepar de sus puntos de vista. Pero no nos gusta cómo han evolucionado los animalistas, en general: demasiada ira, demasiada violencia…demasiadas personas que se dejan llevar por su buen corazón, por sus emociones y que ya no atienden a la razón. Una cosa es respetar a los animales como seres vivos hermanos nuestros en la Tierra. Otra cosa es vestirles de bebes humanos, nutrirles mejor que a los humanos, ponerlos ya no en un pie de igualdad pero santificarlos y dotarlos de cualidades de las que supuestamente carecen los humanos. Nuestros amigos los perros y los gatos serían menos hipócritas, más fieles en amistad y un largo etc… de bobadas. Los fabricantes de pienso a 50 euros, de jerséis caninos y cursos de psicología animal se parten el culo haciendo caja. Los veterinarios no dicen ni mu cuando se les trae un chihuahua con tránsito intestinal complicado. El «pedorro» es bienvenido en estos tiempos de híper competencia en el sector. Todos tenemos que comer.
La presidenta de Somos Gos y su socia no atendieron a mis argumentos de que no deberían invadir una propiedad privada aunque sea con la noble excusa del sacro santo bienestar de un animal. Tuve que acompañarlas fuera de la tierra recién trabajada donde yo ya las veía echar raíces. No es que no me siente a rayos el maltrato animal, pero tengo serias dudas acerca del procedimiento utilizado ayer y la semana pasada. Estoy chapado a la antigua, me gusta el olor a convocatoria, me gusta ver sudar a mi amigo del correo cuando trepa los 4 pisos sin ascensor para entregarme, previa firma, las cartas certificadas y me chuta ver llegar, si es posible con luces y sirenas, a las fuerzas del orden. Me ponen las misas, los rituales. Empalmo con el protocolo *. Atajando: no me gusta pero para nada que los ciudadanos se sustituyan a las fuerzas legales del estado. Entiendo el argumento que “la justicia es lenta”, “llamamos a la poli pero no vienen”, lo entiendo todo todo todo pero no me sirve. Y no quiero que me sirva. Yo no quiero “brigadas animalistas” entrando a la fuerza en propiedades ajenas. No quiero formar brigadas de hortelanos para echarlas a patadas. No quiero formar patrullas nocturnas de hortelanos hartos de robos y destrozos. No quiero que vuestra noble causa este por encima de nuestras libertades y de las leyes. Leyes que serán buenas o no, que os gusten o no, pero leyes. Leyes que son también vuestras y que debéis acatar o cambiarlas por vía soberana.
No estoy dispuesto, me repito, a dejar entrar en los huertos que cuido y por las razones que sean, a personas no invitadas.
No vaya ser que mañana se formen asociaciones antialcohólicas o anti petardos que se antojen entrar en jardines ajenos para inspeccionar, investigar, indagar, averiguar, comprobar, evidenciar, buscar, inquirir, examinar, si donde me da la gana me tomo una cerveza o dos o cuido de una planta de maría o dos. O que Monsanto mande a sus mercenarios comprobar que una semilla transgénica se haya invitado en mis surcos. La próxima vez no perderé mi tiempo intentando razonar con personas emocionalmente infladas. Pediré auxilio a quien debo: a la policía.
*Jo…¡¡¡Me acaban de señalar que une patrulla de FEMEN va a montar una en el huerto por machista!!!