Cuando en febrero 2003, Neu, Fabián, Suay, Pascual y yo interrumpimos el pleno del ayuntamiento de Altea solicitando del alcalde de la época, el pepero Ortiz, y de los ediles presentes una moción en contra de la guerra que se cocía contra Iraq, unos belicistas (¡como la futura diputada valenciana Carolina Punset muy fogosa a la hora de mandar tropas!) se nos echaron encima acusándonos nada menos de colaboradores del horrible Sadam (Satán), gaseador de inocentes y posesor de inomables armas de destrucción masivas.

Hoy, ves a muchos de ellos rasgarse las vestiduras dándonos clases de empatía y de solidaridad. Como si lo de hoy no es consecuencia de lo de ayer, aunque en un país diferente. Sadam ha sido ahorcado, Bashar al-Asad lo será pronto, o asesinado de un tiro en la nuca como su homólogo Gadafi que sin duda era un dictador pero servía de parapeto a las olas de emigrantes y dejaba a su pueblo en lo económico en el puesto uno en África.
Es tiempo que toda esta gente que manda matar a los demás para conservar su estilo de vida americano de consumo, usar y tirar, activa o pasivamente siguiendo el rollo, cambie de rumbo psicológico y se adentre en las maravillas de la evolución personal voluntaria y, a la par, en el decrecimiento, o alegría de vivir humildemente. Les hará falta un esfuerzo mínimo pero constante para forzar su cerebro arcaico a tomar esta nueva dirección, acallando de paso su mental demasiado pensante… pero eso evitaría muchas muertes de inocentes como la pequeña victima fotografiada ahogada en una playa turca y cientos de miles de otros asesinados y desplazados.
Para remediar tanta miseria tenemos que cambiar nosotros, los occidentales.
