
Yo soy verdaderamente muy malo y me van a denunciar a la policía por tener en mi huerto un perro muy triste atado con una cadena de 2 metros a un cable de 8 metros. El animal de tamaño pequeño tiene por caseta un tiesto gigante colocado al revés donde he recortado una puerta. Tiene su chip bajo la piel, su última vacuna puesta, está asegurado por si acaso, bebe la misma agua que nosotros y come sus croquetas y salchichas baratas que llaman Frankfurt, 6 x 4 envoltorios a un precio asequible. Pero la buena señora inglesa que se permitió entrar hasta que me enfade, por mi huerto cada mañana sin ser invitada, con sus cuatro perros sueltos, no está de acuerdo con mi veterinario que ha auscultado el animal hace dos meses, cortándole las uñas y vacunándole. Este especialista piensa que tiene buena vida de perro. Ella, la inglesa, cree que este perro esta triste. Si triste.
