
La contaminación radiactiva regresa como un bumerang
Entre 1945 y 1980, Estados Unidos, Unión Soviética, Reino Unido, Francia y China realizaron 520 ensayos nucleares atmosféricos alcanzando niveles estratosféricos y dispersando grandes cantidades de productos radiactivos sobre la superficie del globo, principalmente en el hemisferio norte. A principios de la década de 1960, Francia llevó a cabo pruebas nucleares atmosféricas en el Sahara argelino (Reggane) exponiendo a sus propios soldados a la radiación, así como a las poblaciones sedentarias y nómadas de la región. Desde esta primera prueba en el Sahara en 1960 hasta el último experimento en 1996 en la Polinesia Francesa, Francia habrá realizado 210 explosiones nucleares.
¿Por qué hablar hoy, 60 años después, de estos ensayos nucleares en el Sahara?
El 6 de febrero, gran parte de Europa fue objeto de un fenómeno meteorológico que trajo vientos cargados de arena y finas partículas del Sahara.
A modo de ilustración, en el macizo del Jura, el cielo permaneció naranja todo el día y estas partículas atmosféricas se depositaron en el suelo. La blanca nieve de la mañana se ha vuelto naranja a su vez.
Todas las superficies se cubrieron con una fina capa de estas partículas por la noche. Luego, ACRO tomó una muestra de toda la superficie de un automóvil usando múltiples frotis.

Estos frotis se transfirieron al laboratorio ACRO para el análisis de radiactividad artificial mediante espectrometría gamma (en un detector GeHP).
El resultado del análisis es definitivo. El cesio-137 está claramente identificado.

Es un radioelemento artificial que, por tanto, no está presente de forma natural en la arena y que es producto de la fisión nuclear implicada en una explosión nuclear.
Considerando depósitos homogéneos sobre un área grande, con base en este resultado analítico, ACRO estima que cayeron 80.000 Bq por km2 de cesio-137.
El episodio del 6 de febrero constituye un nivel de contaminación muy bajo, pero se sumará a los depósitos anteriores (pruebas nucleares de los años sesenta y Chernobyl).
Esta contaminación radiactiva, todavía observable a grandes distancias 60 años después del disparo nuclear, nos recuerda esta situación de contaminación radiactiva perenne en el Sahara de la que Francia es responsable.